Una Tecnologia Olvidada

UNA TECNOLOGÍA OLVIDADA

Hace mil setecientos años, se perdieron elementos clave de nuestra antigua herencia, al quedar relegados a los sacerdotes, de suyo elitistas, y a las tradiciones esotéricas de aquellos tiempos. En un esfuerzo por simplificar las vagamente organizadas tradiciones históricas y religiosas de su tiempo, en el siglo iv, el emperador romano Constantino formó un consejo de historiadores y eruditos. Lo que posteriormente se conocería como el Concilio de Nicea cumplió sus directrices y recomendó que al menos veinticinco documentos fueran modificados o eliminados de la colección de textos.' El comité consideró que muchas de las obras que estaban revisando eran redundantes, solapaban historias y repetían parábolas. Otros manuscritos eran tan abstractos y en algunos casos tan místicos que se creyó que no tenían ningún valor práctico. Además, otros veinte documentos de apoyo fueron eliminados y quedaron reservados para los investigadores privilegiados y eruditos selectos. Los libros restantes fueron condensados y reestructurados, para darles mayor significado y hacerlos más accesibles al lector común.
Cada una de estas decisiones contribuyó a confundir cada vez más el misterio de nuestro propósito, posibilidades y relaciones mutuas. El fruto de su tarea produjo un único documento en el año 325. El resultado de su labor todavía se encuentra entre nosotros como lo que quizá sean los textos de historia sagrada que más controversias han suscitado. Es lo que en la actualidad conocemos como la Sagrada Biblia.
Mil setecientos años después, las implicaciones de las acciones del Concilio de Nicea todavía continúan moldeando la política, la estructura social, el entendimiento religioso y la tecnología de nuestras vidas. Aunque vivimos en un sofisticado mundo regido por la ciencia, las suposiciones que nos condujeron a nuestros logros técnicos están firmemente enraizadas en nuestras creencias sobre cómo nos relacionamos con el mundo. Esta comprensión, desarrollada hace miles de años, se ha convertido en el fundamento de nuestra ciencia. Por ejemplo, ¿cómo sería la tecnología del petróleo que rige nuestra economía actual, si en su lugar hubiéramos reconocido las leyes de la armonía y conectado nuestras máquinas a la banda de energía de siete centímetros de amplitud que impregna nuestro mundo? Esta tecnología sólo es posible con un sistema de creencias que comprenda las leyes holistas de la naturaleza, los mismos principios que desaparecieron de nuestras tradiciones sagradas hace casi dos milenios. Quizá nuestro fallo en reconocer estas relaciones se refleje en una tecnología que cree que hemos de aprovechar quemando o haciendo estallar formas de energía para alimentar energética-mente a nuestro mundo.

 Estas expresiones exteriores de tecnología pueden estar reflejando nuestro sentido interior de separación.
Es evidente que hace casi dos mil años los miembros del Concilio de Nicea no podían haber previsto estas implicaciones, ni siquiera los traductores de dichos textos cientos de años después. Por ejemplo, una frase atribuida al arzobispo Wake de Canterbury da a entender su inocencia respecto a las correcciones niceas cuando al preguntarle por qué eligió la pesada y aburrida tarea de traducir los textos en lugar de permitirse la libertad creativa de escribir los suyos propios, el arzobispo respondió: «Porque suponía que estos escritos serían mejor aceptados y sin prejuicios por todo tipo dee personas, que cualquier otra cosa escrita por alguien contemporáneo».(2) ¿Cómo podían saber los miembros del concilio del siglo iv que el libro que crearon acabaría convirtiéndose en la base de una de las grandes religiones del mundo?
Últimamente se han recuperado, traducido y puesto a disposición del público documentos personales y bibliotecas enteras que se habían perdido tras la muerte de Cristo. Que yo sepa no existe una sola recopilación que contenga toda la información, puesto que las traducciones son producto de distintos autores que han trabajado en distintos idiomas en el transcurso de los siglos. Sin embargo, esporádicamente han traducido textos en bloque. Gracias al trabajo de los eruditos modernos, una de esas recopilaciones de libros bíblicos perdidos se publicó a principios del siglo xx.' Entre los documentos identificados como suprimidos de nuestra Biblia moderna se encuentran estos libros:

Bernabé Maria
Clemente I Magnesios
Clemente II Nicodemo
Cristo y Abgaro Pablo y Séneca
El credo de los apóstoles Pablo y Tecla
Hermas I-Visiones Filipenses
Hermas I1-Mandatos Filadelfos
Hermas III-Similitudes Policarpio

Efesios Romanos
Infancia I Trallanos
Infancia II Correspondencia entre Herodes y Pilatos

A continuación expongo un resumen parcial de los textos complementarios eliminados durante las revisiones del siglo iv. Estos textos normalmente quedaron reservados para los eruditos.'

El libro primero de Adán y Eva Símeón
El libro segundo de Adán y Eva Leví
Los secretos de Enoc Judá
Los salmos de Salomón Izacar
Las odas de Salomón Zabulón
El libro cuarto de los Macabeos Dan
La historia de Ajícar Neftalí
El testamento de Rubén Gad
Aser Benjamín
José

Las consecuencias de eliminar, o en algunos casos de alterar, estos 41 libros, y posiblemente algunos más, que describían nuestra herencia y relación con el cosmos, todavía deja notar sus efectos. La ausencia de estos textos clave podría explicar la sensación que muchas personas han expresado de que nuestros textos bíblicos están desperdigados e incompletos. Tanto para los investigadores serios como para los historiadores aficionados la existencia de estos documentos les devuelve un sentido de solución de incógnitas. Como si fuera un misterio moderno, es ahora, casi después de haber transcurrido dos mil años de su desaparición de nuestra literatura abierta, cuando podemos completar nuestra historia.
Mientras cada uno de los libros perdidos contribuye a que comprendamos nuestro pasado, hay unos que tienen mayores consecuencias que otros. Entre los más significativos están aquellos que describen las vidas de las personas que el tiempo ha hecho que veamos como más que humanas por sus logros.

El Libro de María, la madre de Jesús, es uno de esos ejemplos. Durante siglos los eruditos han especulado sobre si María desempeñó un papel mucho más significativo en la vida de Jesús que el que podemos ver en las descripciones abreviadas de su vida que aparecen en nuestra Biblia moderna. Gracias al libro que lleva su nombre, podemos conocer la herencia y los valores familiares que condujeron a Marta a su función de madre de Jesús. En los textos posteriores al Libro de María, se nos muestra cómo ella guió a su hijo, inculcándole los valores que le concederían sus dones de sanación y de profecía para servir mejor a la humanidad y en el más allá.
Los padres de María, por ejemplo, eran descendientes del linaje de David, una de las primeras tribus de Israel. Su padre y su madre, Joaquín y Ana, llevaban casados aproximadamente unos veinte años antes de concebir a su primera y única hija. El espíritu de María entró en el útero de Ana tras un sueño que tanto ella como Joaquín compartieron desde distintos lugares, en la misma tarde. En la presencia de un «ángel del Señor», aceptaron el voto de que su hija sería «entregada al Señor desde su infancia y llena del Espíritu Santo desde el útero materno».' El nombre de su hija sería María, y debido a su pureza sería apta para aceptar una inusual concepción a los catorce años. Otros libros adicionales siguen describiendo el tiempo que transcurrió hasta el nacimiento de Jesús e inmediatamente después, así como los milagros que no se habían contado que realizó durante su infancia.
Quizá los Libros de Adán y Eva ofrezcan algunas de las visiones más importantes acerca de nuestro papel en la historia y nuestras creencias actuales. El Libro primero de Adán y Eva comienza después de la Creación, con una descripción de la localización del «jardín», que se supone que es el jardín del Edén. Creado «al este de la Tierra», el jardín estaba situado «en la frontera al este del mundo, en dirección hacia la salida del sol, más allá de la cual lo único que hay es agua, que rodea todo el mundo y llega hasta las fronteras del cielo. Y al norte del jardín hay un manantial de agua, clara y pura para el paladar, más que ninguna otra cosa».(6)
Al cabo de un tiempo, cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín, se les dio un extraño horario que describía la duración de su exilio, extensible a todos sus descendientes, hasta un momento específico en el tiempo. En lo que sería la primera de las grandes profecías, su Creador les dice a Adán y Eva que «he dispuesto esta tierra donde pasaréis días y años, y tú y tus simientes morarán y caminarán por ella hasta que
los días y los años se hayan cumplido».
 Este tiempo del cumplimiento se prevé para después de los «grandes cinco días y medio», definidos más adelante como «cinco mil quinientos años». Será entonces, al final de un gran ciclo de tiempo, que «Alguien vendrá y salvará» a Adán y sus descendientes.
Durante casi dos mil años hemos especulado sobre el tiempo perdido y los evidentes vacíos en los textos bíblicos. Ahora la recuperación de los libros perdidos de la Biblia han aclarado preguntas y posiblemente hayan abierto la puerta a otras aun mayores respecto a nuestra comprensión del mundo. Lo que sabemos es que, en el mejor de los casos, nuestra visión e interpretación de la historia, así como nuestro papel en la creación, es incompleto. ¿Es posible que los propios fundamentos de nuestra sociedad y cultura, nuestro lenguaje, religión, ciencia, tecnología, e incluso el modo en que nos amamos unos a otros, se basen en un entendimiento incompleto de nuestra historia más sagrada y antigua? ¿Qué es lo que hemos olvidado de nuestra relación con las fuerzas del mundo que nublan nuestra comprensión de la sanación que tuvo lugar en el aparcamiento del restaurante esa tarde en Georgia? Quizás el vacío en nuestro entendimiento pueda ser llenado al fin, gracias a las nuevas revelaciones de una sabiduría que supone la base de una de las religiones más importantes del mundo: las enseñanzas de los antiguos esenios.

EL EFECTO ISAÍAS
Decodificando la ciencia perdida
de la oración y la profecía
(The Isaiah Efect)
de
Gregg Braden
Publicado por O.Oyaneder

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