Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo,
porque fuerte como la muerte es el amor, inexorable como el Seol, los
celos; sus destellos, destellos de fuego, la llama misma del SEÑOR.
(Cnt 8:6)
La Llama del Señor – La cúspide del libro de Cantares se encuentra en una sola palabra, shalhebetya. Esta es una palabra compuesta, shalhebet (llama) con ya (Yah). La traducción de ésta palabra como “llama del Señor”
disfraza algo sorprendente e increíblemente importante. La palabra
hebrea contiene una versión corta de YHWH en la sílaba final, ya. Aunque
esto puede considerarse en castellano como “SEÑOR” (según la
tradición de no pronunciar la palabra del nombre divino de YHWH), tal
traducción obscurece el hecho que el nombre divino ha sido incorporado a
la palabra para llama. Este versículo culminante nos dice que el amor
es una expresión esencial de santidad. ¿Cómo sabemos esto? Porque la
asociación del fuego con YHWH siempre está conectada a la santidad de
Dios.
Considera la relación entre el fuego y la santidad. Cuando Dios
desciende sobre la montaña, aparece al pueblo en una nube de llamas
espesa, y con terremotos. Cuando desciende sobre el Tabernáculo, el
fuego acompaña Su presencia. Los profetas hablan de Dios en términos de
fuego.
Daniel 7:9-10 describe al Anciano de Días como llamas ardientes. Y el
Nuevo Testamento lo llama un “fuego consumidor.” Desde el altar y en
todas las imágenes, las llamas acompañan el carácter, la palabra y la
conducta de Dios. Cantares nos dice que estas llamas son llamas de
amor, directamente conectadas a la naturaleza misma de Dios.
Quizás no es accidental que la versión griega de la escritura Hebrea
(LXX) traduce esta palabra con ágape, no eros. A pesar del erotismo
sobrecogedor de Cantares, los rabinos escogieron una palabra que expreso
la conexión más profunda posible entre el amor sacrificial (piensa en
las llamas del altar) y el carácter de Dios.
¿Por qué es tan importante esta revelación etimológica?
Es importante porque hace a un lado, de una vez por siempre,
cualquier noción que la sexualidad es mala, errada o pecaminosa. Dentro
de los parámetros establecidos por el autor de la sexualidad, el juego
amoroso imita algo de la naturaleza misma de Dios. Cantares es erotismo
santo. La intimidad sexual tiene carácter santo. Dada por Dios,
consumada en el Jardín de Su deleite, decretada bajo Su estandarte según
Su diseño, la intimidad sexual es un acto de adoración, una experiencia
de algo conectado directamente a la santidad, tan cerca de la
naturaleza de Dios que es como si nos queman Sus llamas.
¿Cuánto cambiaría nuestra vida si comprendiésemos este aspecto santo del sexo?
No pretendo decir que solo necesitamos más reglas sobre el
comportamiento sexual. Pretendo decir que el regalo de Dios de la
sexualidad nos provee con una puerta a algo más grande que un
comportamiento físico. Lo que deberíamos descubrir es la forma más
profunda de comunidad. Lo que nos es dado es un camino a la unidad,
armonía y cuidado que sugiere la presencia de gloria shekinah.
La actividad sexual sin la llama de Yah es simplemente atracción
animal. Pero con la llama, se abre el mundo escondido del éxtasis
espiritual. Cuán diferente sería si las parejas casadas creyentes
exhibieran la presencia de la llama de Yah en su vida íntima. Tendría
un impacto profundo en la cultura de culto a la fertilidad si tan solo
los creyentes se deleitarán en el regalo del fuego de Dios dentro del
dormitorio.
Dr. Skip moen
Traduccióm Betsy Bendaña.
Dr. Skip moen
Traduccióm Betsy Bendaña.
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